Hace tiempo que tenía ganas de ser parte de este fenómeno social, una nueva forma de retórica (virtual), de comunicación informal... finalmente me hice de las ganas (bueh, las ganas siempre estuvieron, mas el tiempo no (ok, miento: el tiempo tampoco lo tenía pero se lo robé a mis estudios (en verdad soy demasiado honesta y sólo lo pedí prestado))) y le estoy dando vida a este pequeño espacio en el que compartiré un poco de la mía.

domingo, 19 de noviembre de 2006

Carta de Raskólnikov a Nietzsche

Estimado Sr. Nietzsche:

Le escribo desde San Petesburgo, mientras encerrado en mi cuarto leo una y otra vez algunos de sus libros tratando de encontrarle algún sentido a mi existencia. Soy un experimento, sí, pero un experimento que ha fracasado.

¿Podría explicarme Ud. qué es el superhombre? Creía haber entendido, pero no lo he hecho, porque no soy uno de ellos y nunca lo seré... mas creí haberlo sido.

Yo pensaba que el übermensch (como Ud. lo llama) era un ideal de hombre, un ser forjador de sus propios conceptos morales, capaz de crear sus propias normas, su propia vida: el único creador de sí mismo. Creía que debía poseer un sinfín de cualidades de grandeza vital, tales como la fuerza, la voluntad de poder, la capacidad de estar solo, el dominio sobre los demás, la voluptuosidad de sus pasiones, etc. pero me he dado cuenta que todo eso no basta: el superhombre no existe. ¿Y sabe por qué no existe? Porque no es un hombre, ni puede ser un hombre. Su übermensch no es más que una idea, un concepto, una apariencia, concebido como un sueño efímero durante una fiebre delirante.

Un hombre no puede ser más que un hombre, porque hombre es. Quise ser más de lo que soy, pero no pude soportarlo. El superhombre debe afirmar la vida, pero no sólo la parte del placer y del éxito, sino la vida entera, toda la vida; incluida la derrota, la decepción, la crisis y el dolor... pero no existe hombre capaz. ¿Existe para el superhombre el amor, la felicidad, la belleza, la misericordia...? ¿Las conoce siquiera?

Y pensar que yo creí ser un übermensch, un hombre superior, capaz de hacer cualquier cosa: un predestinado perteneciente a una casta de hombres únicos, intocables. ¡Intocables! He matado, y no puedo con mi culpa. No soy digno.

Pero, ¿sabe qué? He sido redimido, y ha sido una mujer quien me ha salvado. El amor existe y su nombre es Sonia, ¡oh, dulce y bella Sonia! "Ha venido hacia mi antes que el sol: hacia mí que soy el más solitario. Somos amigos de siempre: nos son comunes nuestra tristeza, y el fondo de nuestro ser: el sol mismo nos es común. Como sabemos demasiadas cosas no nos hablamos; callamos y nos comunicamos nuestro saber por medio de sonrisas". ¿Le suena familiar? Creo que es Ud. quien lo ha escrito... maravilloso poema, por cierto.

No sé por qué le cuento estas cosas... tal vez esta carta nunca llegue al correo... Antes de despedirme quisiera preguntarle algo: ¿por qué Ud. afirma que Dios ha muerto? Personalmente, creo que Dios nunca ha existido.

Rodion Raskólnikov

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Ya que muchos me han preguntado: sip, esto lo escribí yo misma... para el curso Pensadores del S.XX cuando era novata (uff... hace casi 6 años!). Tenía que escribir un cuento o ensayo todas las semanas, así que tengo varios.
(esas son las cosas se pueden hacer con el tiempo libre que solo tenía siendo novata de Bachillerato, jajaja)

Chris Ofili: The Upper Room


Cuando finalmente llegué al Tate Britain, y después de pasar interminables horas en el siempre mal ponderado sistema de transporte londinense leyendo sus reviews, pensé que sabía qué esperar de Chris Ofili: el detalle repetitivo y sus patrones rítmicos; color y collage; vagos brillos atrapados entre capas de resina traslúcida; dibujos sofisticados y la vez caricaturescos... pero en verdad no estaba preparada para lo que me esperaba: The Upper Room. Una composición de 13 piezas en una gallería especialmente hecha para la muestra: lejos lo más original e intenso (en el sentido de genialidad creativa) que he visto en todos los museos europeos y americanos que he visitado.

Ofili, con la colaboración del arquitecto David Adjaye, diseñó y construyó una gran habitación de madera, con un pasillo que la bordea, pequeñas lucecitas blancas en el piso te guían (como las de emergencia de los aviones). El pasillo es importante: prepara y genera expectación, pero también aprehensión a la vez. Todo esta hecho de madera: los pisos, las murallas, el techo (también hay unos banquitos en el medio). Las vetas de la madera hacen sentir como que estas alucinando. Cuando llegas al final del pasillo, entras en un espacio semi-oscuro, con seis pinturas a cada lado de la muralla y una más al fondo, más grande que las demás.

Da la impresión de estar como en una capilla. Cada pintura yace en sus propios soportes (dos piedras). Están iluminadas individualmente por lamparas escondidas en el techo y la luz llega a través de aberturas en él. Da la sensación de que brillaran por sí mismas, como si la luz viniera desde atrás, como si fuera un vitreaux de catedral. Agudiza el efecto el hecho de que la resina hace que la luz se refleje en el suelo, creando una ilusión fantasmal y escurridiza de la silueta del mono: el único motivo presente en las 13 pinturas. El perfil de cada uno de los monos está mirando hacia la pintura del fondo, que es más grande: un mono dorado mirando de frente.

Todas las pinturas son lo mismo, pero cada una de ellas es diferente. Cada mono es de un color distinto: blanco, negro, rojo, café... y el nombre de cada pintura está compuesta por la palabra "Mono" y el color que lo representa: Mono Oro es la más grande que está al fondo (sí, tal cual: en español).

Al mirarlos, se vislumbran brillos y estrellas flotando alrededor de los monos, que tienen hojas, flores y semillas decorando el fondo. Si miras de cerca, la pintura se vuelve aún más compleja! hay arcos cromáticos, gotas y formas extrañas logradas con la brocha de manera exquisita, cientos de capas de actividad que sólo pueden ser percibidas al mirarlas de muy cerca: ondas y líneas rectas del ancho de una aguja, patrones concentrados que parecen estar cortados sobre las diferentes texturas, un trabajo microscópico que se percibe como insistente y obsesivo, pero claro y consistente desde afuera.

Las pinturas son extraordinarias, extremas y excesivas. Caminas a través de la sala, de un lado a otro, una y otra vez, y sigues mirando y deleitándote con el exquisito detalle de cada una de ellas. El Mono Oro, te mira todo el rato: da la impresión de ser en parte chimpancé, en parte Buddha y en parte Cristo. Mas posee, definitivamente, un aura divina, ominipresente. Estuve más de una hora en esa sala... es increíble la atmosfera que te rodea, casi celestial, sublime.

La foto que ven es una que yo misma saqué y también adjunto un link del Tate Gallery, con una desde más lejos.

Tantas cosas, tan poco tiempo


Es evidente que el sistema educacional chileno no nos permite poder compatibilizar fácilmente actividades anexas a los estudios sin dejar estos últimos de lado... acá se estudia full time, 50 créditos que toma un alumno promedio, corresponden a 50 horas semanales (sí, en verdad 50 horas no es tanto... pero la realidad es otra! (el doble)) y no, estos malditos no nos dejan tranquilos! como creen que no hacemos nada en todo el semestre, nos llenan de trabajo, tareas, proyectos... ufff... mi solución: ¡no ir a clases! jajaja... en serio, no se rían, es la mejor opción. Así, puedo dedicarme a otras cosas (como tratar tener vida). Mis favoritas: conversar con gente (...), disfrutar de un café al aire libre (si puedo leer algo al mismo tiempo, mejor aún), repasar ene proyectos locos que tengo en mi cabeza, cocinar y disfrutar de la buena comida (ok, se q debería restringirme en este último punto), y, finalmente, la música, el cine y los libros (y cuando tengo haaaarto tiempo, también me dedico a alguna manisfestación artistica como dibujar o escribir).


Situaciones extremas requieren medidas extremas. Y querer es poder, dicen por ahí... eso me motivó a dejar momentáneamente todo de lado (mmh... 2 años vale por "momentáneo"?) e irme a viajar por el mundo. Afortunadamente, siempre he logrado hacer todo lo que querido, sin la ayuda de nadie, partiendo desde cero: eso me llena de orgullo y felicidad. Creo que soy (casi) feliz. He sido más feliz antes, por eso digo casi. He estado en el fondo y en la cima, he hecho amigos y enemigos, he amado y también odiado, he viajado por el mundo y no tanto por Chile, me he obligado a seguir adelante pero siempre me quedo atrás, he visto atardeceres en el mar y entre las montañas, he dormido en suelo y en el Ritz, también he fracasado pero siempre he llegado hasta el final. En fin, creo que he vivido plenamente (aunque me falta mucho por vivir).

Empecé escribiendo con una idea en la cabeza y terminé con algo completamente distinto, pero bueno: c'est la vie.

PD: La foto (por si a alguien le interesa) es de una calle en Florencia. Tiene un filtro especial que saca la foto en blanco y negro, y luego destaca sólo un color que yo elija (en este caso el amarillo)

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